fracturas alrededor de la rodilla

La articulación de la rodilla se compone de 3 huesos son: el extremo superior de la tibia o platillos tibiales, el extremo inferior del fémur y la rótula o patela por delante de estos. 

Los platillos tibiales corresponden al segmento superior de la tibia, que interactúa con el fémur para conformar la rodilla. Estos soportan todo el peso del cuerpo. Estas fracturas ocurren por mecanismos torsión de la rodilla en varo o valgo (hacia los lados), usualmente en accidentes de alta energía en pacientes jóvenes, o caídas en pacientes mayores con mala densidad del hueso.

Su diagnóstico es posible mediante radiografías de rodilla, y con el complemento de una tomografía para evaluar fragmentos que no se observen en la radiografía, que a la vez sirve para lograr una adecuada planificación preoperatoria.

Por lo general el tratamiento es quirúrgico, reservándose el tratamiento conservador para los casos en que el desplazamiento de los fragmentos fracturados es mínimo, y no tengan hundimiento en la articulación, mediante el uso de una inmovilización prolongada. En caso de fracturas desplazadas o más complejas, el tratamiento es cirugía, mediante la reducción de los fragmentos en su posición y la fijación con placas metálicas y tornillos.

El segmento inferior del fémur está compuesto por los cóndilos femorales. Este segmento interactúa con los platillos tibiales para lograr la flexión y extensión de la rodilla, y se apoya sobre estos durante la marcha. También interactúa con la rótula, funcionando ambos como una polea que permite extender la rodilla.

Estas fracturas son menos frecuentes y se presentan, generalmente, en pacientes jóvenes con accidentes de alta energía, o en pacientes mayores con hueso osteoporótico. Al igual que los pacientes con fractura de platillos tibiales, existe imposibilidad de apoyar la extremidad, deformidad y dolor.

El tratamiento salvo en escasas ocasiones, todo paciente deberá ser sometido a cirugía con el objetivo de restaurar la posición de los fragmentos óseos y lograr estabilidad. Se realiza mediante la utilización de placas y tornillos, o de un clavo endomedular.

Hablando de la rótula es un hueso que se encuentra en la parte anterior o más ¨superficial¨ de la rodilla. Esta actúa con el fémur para lograr un mecanismo de polea, mediante la contracción de los músculos del muslo. Importante saber que es la inserción de dos tendones importantes. Por arriba se inserta el tendón del cuádriceps y por abajo el tendón rotuliano.

Las fracturas de rótula se pueden presentar con un golpe directo con la rodilla flexionada, por ejemplo, al caer de rodillas contra el suelo, o con un mecanismo indirecto al realizar una contracción ¨brusca¨ del cuádriceps.

Se presentan con dolor en la parte anterior de la rodilla, y con dificultad o imposibilidad para extender la pierna y para elevar la pierna extendida. Su diagnóstico a veces es evidente, pero se confirma con una radiografía de rodilla.

El tratamiento conservador estaría reservado para aquellos pacientes que presentan una fractura no desplazada y que puedan elevar la pierna extendida. El tratamiento consiste en la utilización de un inmovilizador de rodilla, con apoyo completo de la extremidad.

En los casos en que existe compromiso del mecanismo extensor y/o desplazamiento de la fractura, se realiza una cirugía abierta con fijación de los fragmentos mediante tornillos o agujas metálicas y un asa de alambre, permitiendo movilidad inmediata de la rodilla